Llega el vino en lata
Todavía no se sabe si es un invento genial, el huevo de Colón, o un gran fiasco empresarial. Este nuevo formato ha ganado fuerza durante los cinco últimos años y es hoy una de las categorías con más fuerte crecimiento del sector.
Según Nielsen, en Estados Unidos, donde esa categoría alcanza los 45 millones de dólares y todavía representa tan sólo un 1% del total, las ventas de latas aumentaron un 69% en valor y un 49% en volumen durante 2018.
El mayor interés de este formato de envasado alternativo se debe esencialmente a los 'millennials', que tienden a considerar esos productos como más relajados y menos pretenciosos que el vino embotellado. También les atrae la facilidad de abrir una lata con cierre 'pull-top' en vez de las botellas tradicionales con corcho.
Los vinos en lata son más ligeros y más fáciles de transportar que los embotellados, y se pueden llevar a picnics y a conciertos en los que el vidrio suele estar prohibido. Otro factor clave es el precio. Los consumidores jóvenes suelen tener menos dinero disponible y el tamaño menor de las latas las hace más asequibles que una botella de 75 cl. Una botella de vino de tipo medio cuesta de 11 a 25 dólares, y una lata de 37,5 cl suele costar entre 4 y 7. Esa lata, por cierto, equivale a media botella; también las hay más pequeñas, de 25 cl.
Hasta ahora sabemos de varias bodegas españolas que están detrás de este desarrollo. Pero como queda claro por los vinos que lideran esta innovación, se trata de productos enfocados en público joven que toma el vino como una bebida refrescante y de after o noche, antes que un producto alimenticio.
Quizás ahí esté la clave del futuro para el vino: entender que esta bebida tiene distintos escenarios y que, el formato de consumo, es parte de esos escenarios.