Confieso
que he bebido
GRANDES
VINOS ESPAÑOLES. He bebido...
B
odegas
Toro Albalá
nace en el corazón de la campiña cordobesa en el año 1922. Su
Historia es la historia de un pequeño agricultor, José
María Toro Albalá,
que tuvo la genial idea de guardar vinos viejos para la creación de
joyas
enológicas
destinadas a los paladares más exigentes. Una filosofía que supo
implantar en los valores familiares y que aún se conservan.
Considerada una hazaña teniendo en cuenta la situación de la época.
Pero, que ha valido para que los Toro
Albalá
estén en las mejores mesas de todo el planeta.
Los
vinos finos eran lo más consumido en los años treinta por una
población andaluza que acudía a las tabernas de los barrios y que
en su mayoría se dedicaba al trabajo del sector primario. El
escenario de la bodega era una antigua central eléctrica de la zona,
lo que dió juego a las bromas de los andaluces que denominaron que
el vino tenía electricidad o era eléctrico, de ahí el famoso
nombre al fino “Eléctrico” que aún conserva hasta nuestros
días.
Un
cambio generacional en los años 60 de la mano del enólogo Antonio
Sánchez hace que la marca tome personalidad propia. A partir de
entonces, se apuesta por recuperar los tesoros de crianza y las
tradiciones en el mundo del vino. El sobrino del fundador traería
los aires nuevos de su formación en escuelas europeas y la ilusión
de un proyecto del que ha sido partícipe desde los seis años de
edad.
El
legado de este bodeguero, inseparable de sus gafas, no es solo la
creación de unas joyas enológicas con estilo propio sino una manera
de entender la cultura del vino, rodeado de obras literarias,
arqueología o pintura. Todo ello, sin olvidar el incesante aroma que
dejan las barricas de amontillado que les acompañan. Sabe mantener
la calidad de siempre y el sabor clásico. Su especialidad son los
amontillados muy punzantes y los
Don P.X insuperables.
Los
galardones obtenidos en las Bodegas
Toro Albalá
suponen un reconocimiento a su constancia en el oficio de la
viticultura. La paciencia da unos frutos dulces, algo que sabe bien
Antonio Sánchez dedicado a este oficio durante toda su vida.
Este bodeguero cría los P.X. como si de sus descendientes se
tratara. Los ha hecho crecer en las mejores condiciones para que
tuvieran la personalidad suficiente cuando salieran de las bodegas, y
poder estar presente en las mejores mesas.
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